miércoles, 14 de febrero de 2018

Dietario (apresurado) del Invierno

Lunes
A fuerza de nevar, se nos ha empezado a helar el corazón; no como una metáfora, sino en la inexpugnable literalidad del principio físico: la cristalización de los tejidos y líquidos va deteniendo el pulso, haciendo embarrancar la sangre, colapsando el sistema hasta provocar el fallo multiorgánico, sumiendo al individuo en una asfixia existencial. No debería el frío resultar tan invencible, y sin embargo, hay algo en su esencia que lo convierte en un enemigo feroz, de terminaciones filamentosas que arañan el alma hasta fijar en ella una pátina de desasosiegos.

Martes
El Invierno cuenta, sin embargo, con refugios que se asemejan a hogares, cálidos como mantas de lanas venidas del norte. Son fuegos de eterna combustión, alimentados por un éter complejo y sabio, de gases que en su nobleza podrían ser tomados por señores decimonónicos. De entre todas ellas, yo me siento en casa con las llamas de las ficciones, confiables y generosas en cualquiera de las caras que su poliedro de posibilidades decida ofrecernos.




Miércoles
Dicen que en cierta ocasión, interpelado por una muchedumbre de oyentes avisados, llegó a atreverse con el malabarismo de contarse a sí mismo; lo hizo, según cuentan, con voz lenta, profunda, el tono metálico atenuando sus inflexiones hasta dejar el relato en la frecuencia de una salmodia. Fue su metaficción máxima, la historia de un contador de historias trazada por el narrador más escéptico del mundo; no se podía soportar tanta belleza, y ninguno la resistió hasta el fin.

Jueves
Corría. Corría tan deprisa que, por momentos, pareciera competir más consigo misma que con el resto de los corredores. Corría con estilo, a golpes de riñón, ocultando el sufrimiento tras una sonrisa magnética y desconcertante, que hacía dudar a los rivales. Corría incluso cuando se desataba las zapatillas y extendía las piernas -largas, afiladas, hipnóticas en su falsa liviandad- para que la sangre le recompusiera las fibras dañadas durante el esfuerzo. Un día olvidó girar, y ya nunca más volvieron a saber de su hermoso trote.

Viernes
Las semanas tienen un algo de vida completa, de seres con entidad propia y finita, destinados al acabamiento del viernes; a la prórroga máxima de los falsos festivos. Cada lunes es un semillero de buenos propósitos que irán agostándose en roderas, secarrales o escorrentías; apenas uno de cada cien granos tendrá la ocasión de germinar, el proceso lógico de la vida tornándose milagro. Vivir es sobreponerse a las semanas, lograr la finalización de su tránsito sin acumular heridas irrecuperables; hacerlo es también morir un poco, agotar el crédito de las oportunidades posibles, resignarse al acomodo como una forma bastarda del éxito, al juego de máscaras de la derrota.


V

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